Roberto Gonzalez
El Pris
Bajar hasta el Pris requiere coche y capacidad de no marearse, ya que la carretera baja dando curvas y más curvas hasta llegar abajo. Eso sí, una vez allí nos damos cuenta de que ha merecido la pena, ya que es un trocito de costa volcánica que no ha sucumbido del todo a la especulación constructora.
Hay apartamentos y casas, si, pero se mantienen temerosas del mar, apartadas. Las barcas todavía se suben y se bajan gracias a un pescante o grúa que existe en el pequeño muell, casi invisible.
Hay una pequeña piscina natural de roca volcánica y una playa con poca arena y muchas rocas, pero
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