El museo más bonito del arte popular.
Después de una extraordinaria acogida en Lisboa, A Vida Portuguesa abre local en Oporto y lo hace de la mejor manera en que se pueden representar las tradiciones artesanas portuguesas.
Acostumbrados como estamos a los locales pequeños, de techos bajos, de agobiantes estanterías, iluminación exagerada y algo repetitivo a todo volumen que le llaman música, este local calma el ánimo. En A Vida, no miras; percibes. El olor, el color, el sabor. Los altos techos, soportados por pilares de fundición, los generosos pasilos entre mesas, las estrechas estanterías que bordean su contorno iluminadas en su justa medida y su silencio, se asemejan a la visita de un precioso museo, donde las obras de arte son elementos de uso cotidiano, concebidas de forma artesanal. Cerámica dispuesta sin agobios encima de las mesas, jabones, cremas, objetos antigüos, chocolates, juguetes, bebidas, en fín, todo lo que uno pueda imaginar, sin olvidar la bonita golondrina de arcilla cocida en el horno y finalmente esmaltada para así, según la tradición, seguir trayendo buene suerte. Un sitio donde se sigue empaquetando con papel de estraza y cuerda de cáñamo.