Sin duda hay que venir
Cuando en el hotel nos indicaron que este sitio había que visitarlo sí o sí, no imaginaba cuánta razón tenían. Una vez aparcado el coche en las Furnas do Picón, nos adentramos por el sendero que se encuentra a la izquierda, tras un paseo de unos 500 metros, nos encontramos con vistas mi-pre-sio-nan-tes. Este lugar no tiene nada que envidiar a los famosos acantilados escoceses. No dejéis de subir hasta estos acantilados si tenéis la oportunidad. Sentir desde lo alto la inmensidad del hermanamiento de dos mares (Atlántico y Cantábrico) es algo único.