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Ahu Tepeu, Pascua tal cual era...
Desde Ahu Akivi se llega a Ahu Tepeu en una carretera casi recta, pero no asfaltada, en dirección a la costa. De hecho aquí sólo se puede bifurcar hacia la izquierda, en un camino no apto para toda clase de vehículos, que va hacia Ana Kakenga (La caverna de las dos ventanas). A la derecha tan sólo surge un sendero que se puede hacer a pie. Por tanto, Ahu Tepeu, uno de los altares más hermosos de Isla de Pascua, mira directamente a un empinado acantilado que da vértigo con sólo asomarse.
Ahu Tepeu fue, al parecer, uno de los centros ceremoniales más importantes de Rapa Nui, dominando la que sería la aldea de los Miru, una tribu muy poderosa y rival de los Tupahotu como atestiguan restos arqueológicos hallados. Sobre los pastos verdes que recuerdan a los de Irlanda o Escocia sobreviven numerosas casas-canoa. Pero al final, casi al filo del acantilado, permanece uno de los altares más elevados de Isla de Pascua, cuyas piedras están adosadas las unas sobre las otras de forma que recuerda al modelo de construcción incaico (hay teorías que sostienen que los incas llegaron alguna vez a Rapa Nui), aunque no con la exactitud de Vinapu que se encuentra, muy cerca del Aeropuerto de Hanga Roa.
A uno y otro lado del altar se pueden apreciar distintos moáis derribados, algunos de ellos con las cabezas separadas del cuerpo, tal cual se encontraron cuando llegaron los primeros europeos a la isla. De hecho no quedó ni uno solo en pie en toda Rapa Nui debido probablemente a las guerras tribales y el abandono de la práctica de construir moáis y el auge a todo lo relacionado con la ceremonia del Tangata Manu u Hombre Pájaro. Aunque esas no son más que teorías, como casi todo lo que rodea a Isla de Pascua.
Lugar romántico bañado de arqueología, misterio y unas panorámicas envidiables desde un cortante acantilado. Y que muestra cómo se encontró Isla de Pascua, tal cual era…
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