Ahu Vaihu y los moáis derribados
La costa sur de Isla de Pascua es accidentada y solitaria, con acantilados en los que rompen las olas con vehemencia formando cuevas y provocando saltos de espuma de mar de varios metros. Es allí donde se evapora cualquier imagen de serenidad o Paraíso, pero donde la realidad se vuelve aún más impresionante. El adjetivo remoto recobra todo su sentido en lugares como Ahu Vaihu, un altar con ocho moáis derribados y sus respectivos tocados (pukaos) que rodaron en el suelo hasta clavarse definitivamente. Esa es la imagen, sin conservantes ni colorantes, que se encontraron los primeros colonos europeos al llegar a la isla, puesto que ni un solo moái de Rapa Nui quedaba en pie en el Siglo XVIII. Las guerras tribales y el apagón de una tradición milenaria hicieron sucumbir todos estos centros ceremoniales convertidos ahora en señales de una época de la que se sabe muy poco.
La escarpada costa sur, utilizada para ir desde Hanga Roa a los 12 moáis de Ahu Tongariki, está repleta de restos de la Rapa Nui de los moáis, siendo Ahu Vaihu uno de los emplazamientos más destacados.
Cuerpos de piedra volcados, sombreros rojos de escalas asombrosas que eran más altos incluso que yo, un círculo de piedras de misteriosa explicación… Y el mar bravío de fondo impidiendo que el silencio fuera total.
Junto a Ahu Akahanga constituye una de las visitas más interesantes de complejos arqueológicos derribados en la costa sur de la isla.
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