Alcázar de Segovia

Segovia es una ciudad fascinante, de la que todo el mundo dice que tiene un ambientillo especial, que se ve mucha vidilla, sobre todo en la zona de la Plaza Mayor, junto a la catedral. No sé si será por el famoso cochinillo (por cierto, delicioso) o por lo bares de tapas, lo cierto es que esta ciudad tiene muchas cosas que ver.

Aparte del acueducto, el otro gran monumento de Segovia es el Real Alcázar. Es una espectacular fortaleza con forma de castillo que se eleva en un extremo de la ciudad, haciendo las veces de centinela. Tiene numerosas torres vigías, que destacan por su singular forma cónica.

Antes de nada: comprar entrada completa para poder subir a la Torre del Homenaje! El Alcázar cierra a las 19:00h.
Lo mejor es contratar a un guía (o alquilar un audioguía). Nosotros entramos por libre pero por suerte había un grupo al que nos acoplamos. De no ser así no nos íbamos de enterar de casi nada como por ejemplo que el retrato del rey Felipe II lo había pintado una dama de la corte, pero como en aquellos tiempos era impensable que el rey posase ante una mujer, ella tuvo que copiar el retrato de Tiziano que ahora está en el Museo del Prado. Y muchas más cosas.
Subir a la Torre del

No hablamos de una edificación más, ni de un monumento cualquiera, pues el Alcázar fue construído en sus orígenes sobre el peñón llamado Cobia, profundamente tallado por dos ríos que se encuentran en su proa y está, como veremos, indisolublemente unido a él.
Era este Valle del Eresma un mar tropical poco profundo, en los tiempos anteriores al hombre y estaban profusamente poblados de fauna y flora. En el fondo de este mar cálido, se acumularon durante millones de años los esqueletos minerales de la fauna bentónica, que conforma hoy el Alcázar, la Catedral (la tercera en la Historia de Segovia) y los numerosos templos y restos románicos de la provincia, tal vez la primera o segunda en España y Europa en este ranking.