En los alrededores del centro...
En los alrededores del centro financiero de Canary Wharf pudimos contemplar curiosos lugares que no tienen nada que ver con estos colosos de vidrio y acero construidos en la era teacheriana.
En las orillas de algunos de sus canales aparecen vistosas viviendas que llevan a nuestra imaginación a otros lugares de Miami en los que Julito Iglesias y otros “mendigos” poseen sus chabolas.
En otro lugar de este barrio tuvieron lugar antaño las andanzas del mítico Jack El Destripador. En otra zona vive gente humilde y, la mayoría, inmigrantes que gozan de la tranquilidad de este barrio situado en el sureste de la ciudad, aunque una londinense a la que tuvimos ocasión de conocer en uno de nuestros paseos al borde del río y que estaba casada, según nos dijo, con un español de Vitoria, nos advirtió que no llevásemos con tanta tranquilidad nuestra cámara fotográfica porque le podían salir amigos jóvenes que estuviesen dispuestos a aligerarnos de peso.
Desde la orilla del río se tiene una extraordinaria vista del Millenium Dome. No se puede negar que la estructura, diseñada por Richard Rogers and Company es algo digno de ver. Es el techo más grande del mundo, cubre 20 hectáreas sujeto por doce mástiles que proporcionan un espacio interior inmenso.
Originalmente la idea es que dentro hubiera como una especie de feria de muestras itinerante, pero debido al poco éxito se han ido añadiendo atracciones para fomentar el turismo. Se proyectan películas y se celebran conciertos de música multitudinarios.
También figura en esta área el hotel Ibis en el que estuvimos alojados durante nuestra estancia en la capital londinense. Un tranquilo hotel similar al resto de los de esta cadena hotelera pero que se distingue de sus hermanos por el escaso personal de servicio y el escaso material para realizar la primera comida de la mañana. Casi todos los días tuvimos que esperar para poder hacernos, bien con un plato, bien con una cuchara o con un tenedor o cuchillo.
El zumo se acababa rápidamente y había que reclamar la sustitución del envase por otro lleno. Uno de los días los alrededores del buffet estuvo lleno de clientes esperando poder llevarse algo a la boca porque se habían agotado todas las existencias puestas a su disposición. Ya llevamos visitados bastantes hoteles de esta cadena y es la primera vez que nos sucede algo parecido.
Las dos pobres chicas dedicadas a la reposición de material no dan abasto para realizar su cometido y tienen que ser ayudadas por la empleada de recepción que, a su vez, abandona su puesto de trabajo. Además, tienen que retirar las bandejas de los clientes que han terminado su desayuno, porque no existe, al contrario del resto de hoteles de la cadena que conocemos, un carrito donde cada comensal deposita su bandeja cuando termina su servicio.
