Josefina Grateron
A veces no nos damos cuenta de la...
A veces no nos damos cuenta de la rutina en la que estamos inmersos. Levantarse, arreglarse, desayunar a toda prisa (si hay tiempo), coger el bus o el coche, llegar a la oficina, resolver problemas, volver a casa tan agotado que lo único que quieres es meterte a la cama para poder aguantar el día siguiente. No tenemos tiempo de detenernos. Hasta que nos damos ese tiempo. ¿Qué es lo más valioso que tenemos? ¿Estamos satisfechos con nuestra vida? Y entonces llega ese amigo que se fue de fin de semana a la montaña. Tiene otra cara. Se le ve, no sabes exactamente cómo, pero se le muy bien. Le preguntas y entonces te cuenta que se hospedó en la "Posada Amarama" y regresó como nuevo.
Y es que darse un baño de vapor y una sauna, un masaje antiestrés con aromaterapia y además darse una buena caminata por el valle de Aguirre con nadie más que nuestros pensamientos, o bien, la persona que más queremos, hace que a uno se le renueve la vida. Llenarse los pulmones de ese aire tan puro y los ojos de esos tonos de verde y de azul del cielo, y regresar cansado de tanto caminar, es el mejor tratamiento contra la rutina urbana que existe. Hay que dárselo de vez en cuando.
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