Cerveza artesanal y tapas de primera calidad
Había escuchado, de boca de varios aficionados a la cerveza, que ANIMAL era algo así como el Santo Grial de los bares de cerveza artesanal de Madrid. Decían que la selección cervecera era mejor que cualquier otra y que la comida me sorprendería. Tapas de calidad y buena cerveza: tan simple como eso. Así que allí me encaminé, a ver de qué trataba todo este asunto.
Suave, minimalista y con alguna pieza de arte en las paredes (un cartel, por ejemplo, reza: “La comida es artillería pesada. ¡No la malgastes!”), ANIMAL me encandiló desde el principio. Alguna que otra pareja bebía en las mesas, pero la barra, de color rojo brillante, permanecía vacía. Así que tomé sitio, pedí una Mikkeller IPA y estreché la mano de Tibor, el converso chef/sommelier/camarero que pilota el lugar. Estaba casi sin voz ese día, así que tuve que acercarme un poco más para escucharle. Pero con voz o sin ella, la pasión de Tibor por todo lo que tuviera que ver con la gastronomía estaba clara.
Sorpresa sorpresa. La propuesta de Tibor ha sido un éxito instantáneo. “Anoche estábamos llenos”, me cuenta. Los ocho grifos están en constante rotación y la lista de cervezas embotelladas ronda las 150. En cuanto a la selección, Tibor es más perfeccionista que localista. “No me importa si una cerveza es de Madrid o Copenhague. Tengo amigos que hacen cerveza y no la sirvo aquí”, carraspea. Para estar en la carta, una cerveza tiene que complacer su exquisito paladar. Y eso significa que cualquiera que sea la cerveza española que sirva, es excelente.
Sobre mi cabeza, por cierto, colgaban una serie de vasos. Tibor ofrece tamaños de pinta tanto estadounidenses como ingleses. Pero aunque la clave de la experiencia en ANIMAL sea la cerveza, la comida no debe ignorarse. La enorme pared de pizarra en la que está escrito el menú es escalofriante. Langostinos fritos con salsa romesco, queso gallego ahumado con mermelada de cerveza y pinchos de cochinillo eran solo algunos de los platos. Y la gran cantidad de ellos servidos con setas, siendo finales de otoño, confirmaba el gusto de Tibor por la cocina de temporada.
En la carta no hay maridajes de cerveza y comida, así que lo mejor es comprobar las combinaciones con el propio chef. Cuando le pregunté por algún posible combo, Tibor sugirió mariscos con una cerveza negra o callos con una belga. Mientras hablaba, se me hacía la boca agua y me gruñía el estómago… Así que finalmente me di por vencido y le pedí a Tibor un plato de setas en ajillo. Y que me sirviera otra cerveza.
