El ocaso de los dioses del Atlántico
Ver una puesta de sol por el mar es un espectáculo que la naturaleza regala a diario. Pero el sol desapareciendo por el Atlántico enciende la chispa celta que algunos llevamos dentro, deseando volver a Avalón.
Cualquier playa de Galicia es estupenda para ver anochecer, pero en Ézaro se forma un vórtice casi mágico. Sentados en la playa del pueblo, partido en dos por la carretera secundaria, ves el mar llegar a la orilla con un murmullo. Agudizando el oído, se intuye a lo lejos la cascada del río Xallas, que la presa impide desembocar naturalmente en el mar.
Pero lo mejor está a tus espaldas: custodiando el pueblo y su mar, el río y los bosques cercanos, se levanta el monte Pindo: una mole de granito que en la mitología celta era el hogar de los dioses, a los que confundieron con las extrañas rocas entrevistas en la niebla.