Delante del Palacio Blanco
En el complejo de Saadabad, en la capital iraní, hay una escultura cuyo interés principal está en la historia y el personaje que hay tras ella: el mito persa de Arash, el arquero.
Tras una guerra entre iraníes y turaníes, los primeros resultaron perdedores. Para humillarlos los vencedores les concedieron la "oportunidad" de fijar los límites de su nuevo territorio, tras la guerra, dónde cayera una flecha lanzada por un persa desde el monte Damavand, epicentro simbólico de la tierra persa.
Pero hete aquí que aparece nuestro amigo Harash, un viejo arquero y se ofrece a la labor. Para la ocasión se desnuda y lanza la flecha con tal fuerza, que el mismo desaparece y se funde con ella, llegando esta hasta el río Oxus a miles de Kms de Damavand, el cual tradicionalmente ha sido frontera de la cultura persa y la de Asia central.
Cuenta la leyenda que aún hoy el héroe Arash se aparece en los caminos y ayuda a los viajeros perdidos.
Y por eso lo cuento yo: son tan hospitalarios y cercanos a los viajeros que hasta en sus narraciones mitológicas ancestrales, sus héroes cuidan de ellos/nosotros. La empatía, el aprecio y el respeto al extranjero forma parte de la cultura persa, palabra del arquero Arash.
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