Un buen rinconcito
No me gustan los sitios en los que te abordan carta en mano, para que ocupes una mesa. Pero gracias a una de esas ofertas, lo vimos. Estaba en la esquina de la plaça Ribeira, debajo de unos arcos. Sombra y cerveza para un día de calor.
Nos sentamos y al momento nos atiende una chica con una educación poco habitual en zonas de terraza. Declinamos la invitación a cenar, porque eran las 6 de la tarde y pedimos dos cervezas que rápidamente nos sirve en la mesa. Estufas de gas y mantas en los respaldos de las sillas, nos devuelven a la realidad. Los arcos hacen de túnel y una fresca brisa recorre las mesas, pero se está muy a gusto. Junto a nosotros, unos extranjeros de fuera, a los que no les hacía falta ni manta, ni estufa, ni nada.