Donde la Tierra está viva
Maloliente, árida, desértica pero con un atractivo innegable, Hverir con sus charcas de barro ardiente, fumarolas, pozos de perforación y una inagotable cantidad de depósitos de azufre más parece la pesadilla daliniana de un pintor que hubiese mezclado todos los colores en su paleta que lo que podríamos llamar un paisaje al uso.
Desde lejos nos llama la atención la gran zona que parece hervir desde el núcleo terrestre y que expulsa sin parar grandes cantidades de azufre, yeso y sílice, como si vomitara un almuerzo demasiado pesado. Aparcamos el coche y tras pasar unos momentos disfrutando del conjunto de este paisaje que se nos antoja marciano, decidimos pasearlo, eso sí, sin salirnos de los senderos marcados, porque según nos advierten hay peligro de que por la delgadez de la corteza terrestre el suelo pueda ceder bajo nuestro peso, y hundirnos en las grandes y desconocidas fosas telúricas...