Una experiencia que te dejará helado
Nada más y nada menos que catorce años lleva este peculiar bar de hielo abriendo sus puertas cada temporada para ofrecernos una experiencia sensorial única a los que por una u otra razón cruzamos el Círculo Polar Ártico y recabamos en la aislada Honningsvåg.
En nuestro caso, una escala de crucero nos llevó al lejano norte de Noruega, y mientras hacíamos tiempo para la excursión que nos acercaría hasta Nordkapp, nos dedicamos a recorrer la ciudad, dejando para el final la visita al Artic Bar como punto estrella indispensable de la jornada.
Fuimos recibidos por la ajetreada y amabilísima Gloria, una zaragozana que hizo realidad su sueño de montar una empresa diferente y convertirse en una referencia en toda Europa.
Cada año una expedición de singulares arquitectos se dirige a los lagos a recoger los enormes bloques de hielo que serán el material con el que se construirá el bar de hielo de la temporada. El agua congelada se clasifica y se escoge siguiendo criterios de pureza, transparencia y sobre todo se busca la singularidad, aquellos bloques que por su contenido en burbujas puedan aportar un "plus" a la originalidad de la construcción.
Una vez trasladados los bloques y cortados en diferentes tamaños y formas, comienza la elaboración de un espacio completo que consta de paredes, mesas, sillones, barra e incluso un pequeño iglú para tomarnos esa foto que será un recuerdo imborrable.
La luz fría y sus reflejos son fundamentales en este lugar, ya que consiguen imitar los colores de la aurora boreal y dar al interior un ambiente de frío ártico que lo convierten en algo único. Nos sirven unas deliciosas bebidas sin alcohol en unos vasos de hielo que según la tradición y una vez vacíos debemos tirar al mar de espaldas y sin mirar, pidiendo un deseo como marca la ley.
Después de tomar infinidad de fotos, a cual más sugerente, nos quitamos los ponchos que nos han proporcionado en la entrada y volvemos a la tienda que sirve de vestíbulo al bar, en la que encontramos todo tipo de recuerdos de Noruega, de Cabo Norte y como no, del propio Artic Bar.
No podemos marcharnos sin tomarnos una foto y saludar a Lonchas, un enorme y precioso Alaskan Malamute, compañero de aventuras y Consejero Administrativo de José, el propietario del bar.
Como el Artic Bar está muy cerca ( apenas 200 metros) del puerto de cruceros, nos da tiempo de ir a cenar antes de dirigirnos al increíble Cabo Norte.
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