¡Una pasada!
Cuando llega el final de día en Hoi An, es hora de abrir bien los ojos, tener suficiente batería en la cámara y estar en el lugar correcto.
Los farolillos comienzan a encenderse,
el agua del río se mimetiza con el cielo y el color de las fachadas de las casas se vuelven aún más intenso.
Una luz suave y anaranjada que lo hace todo más bonito.
No sabrás ni a donde fotografiar ya que habrán demasiadas escenas dignas de inmortalizar.
Si solo podéis disfrutar de un atardecer, quedaros en el casco antiguo, pero si os quedáis más días, os animo a que vayáis a los alrededores intentando capturar alguna silueta por los arrozales.