Una tarde en Baeza
Llegué a Baeza al atardecer, y apenas eché a andar desde la Puerta de Úbeda -uno de los pocos vestigios del recinto amurallado destruido por orden de Isabel la Católica en 1476-, quedé embelesada. Un mundo antiguo de calles estrechas, con muros que esconden jardines arbolados y pasadizos cubiertos de arcos se abrió frente a mí. A mi paso descubría pequeñas plazas rodeadas de naranjos, rincones donde manaba agua de una fuente. ccccccccc, quedé frente al extraordinario Palacio de Jabalquinto. Su fachada gótica con influencias mudéjares y el patio renacentista que guarda en su interior son verdaderas joyas arquitectónicas.
![](https://images.mnstatic.com/a9/e9/a9e9142cc9429ebcbdebf1c6c5a09b60.jpg?quality=75&format=png&fit=crop&width=65&height=65&aspect_ratio=65%3A65)
![](https://images.mnstatic.com/36/3b/363b22839f6f98fcb3b23478ddbb5cd1.jpg?quality=75&format=png&fit=crop&width=65&height=65&aspect_ratio=65%3A65)
![](https://images.mnstatic.com/ff/60/ff6040b270429c6a6ee137e2b171cf67.jpg?quality=75&format=png&fit=crop&width=65&height=65&aspect_ratio=65%3A65)