Bamako, la capital de Mali, no es una...
Bamako, la capital de Mali, no es una ciudad que impresiona. Es sucia, desordenada, hay mucha gente gritando, agitándose, polvo, hace calor… Pero al final, te deja un souvenir muy particular.
Llegué a Bamako con el mítico BK, el tren de Kayes a Bamako, que en realidad viene de la frontera con Senegal. En Kayes, tenía dos opciones: seguir con un bus por una carretera sin asfalto, y tardar seguramente un día y medio para alcanzar Bamako, considerando que había llovido mucho, o tomar un tren. El tren supuestamente iba a salir. Solo quedaban boletos de primera, que corresponde a los peores asientos de segunda de cercanías. Una vez todo el mundo estaba en el tren, nos dijeron de bajar, y que iba a salir al día siguiente.
Cuando por fin salimos, tardamos 24 horas en vez de 16, para hacer algo como 800 kilómetros, y paraba mucho el tren, la gente salía corriendo al campo a orinar, subían vendedores con comida, carnitas asadas o agua fría. Por fin llegamos y encontré un lugar de religiosas misionarias, que tienen como un hostal para viajeros, dicen que es el lugar más seguro y limpio para quedarse.
Bamako no tiene muchas cosas fascinantes que hacer, más que mirarla. Impregnarse de su ritmo, de su música, sentarse en la calle a comer con la gente, que te suele invitar a las fiestas de calle, cuando hay una boda o un bautizo, no dudes en participar.


