La sangre de Lisboa
Pocas cosas han marcado tanto mis viajes como la entrada a dos grandes ciudades por mar. Una es Venecia y la otra Lisboa.
Quien como yo, tenga la suerte de entrar a la capital lusa en un crucero, tendrá ante sí, como en una pantalla de cine, siglos de historia de conquistas, riqueza, hombres de valor y de fe, decadencia y saudade, amores y odios. Todo ellos hecho piedra, cemento o argamasa, hierro, cristal o cerámica, esperando paciente que pongamos el pie en tierra para recibirnos tan bien como sólo un portugués sabe hacerlo, con el corazón abierto.
Al principio sólo podemos distinguir, al amanecer la silueta del puente 25 de Abril, entre las brumas o brillando bajo la luz del nuevo día.