Escribir sobre San Isidro es escribir...
Escribir sobre San Isidro es escribir un poco sobre mí, porque allí fue donde me crié y viví hasta hace poco tiempo. Elcasco histórico de San Isidro está ubicado a 40 minutos en tren desde Retiro (la estación central de Buenos Aires) y es un maravilloso mundo aparte. Signado por el Río de la Plata, que lame sus espectaculares barrancas, por su arquitectura colonial, que aquí tiene los mejores exponentes de Buenos Aires, y por un ambiente relajado y ‘pueblerino’, en San Isidro la gente vive más distendida, olvidada de las formalidades del ‘centro’. Su rincón más emblemático es su antigua plaza, a donde mira la gran catedral, un templo gótico enorme que acaba de ser renovado. Es allí que los fines de semana se instala un mercadillo artesanal y de anticuarios. En las calles aledañas a la plaza y la Catedral hay preciosas casas coloniales. Es imprescindible dar una caminata sin apuro por el Paseo de los tres Ombúes, a donde se asoman varias de las casonas más ilustres y antiguas de San Isidro. La Quinta La Porteña es una bellísima casa-quinta pintada de rojo y verde, ‘Los Naranjos’, de color rosado y orlada por frutales, mira de frente al río, la quinta ‘Los Ombúes’, que fuera de Mariquita Sánchez de Thomsom, una ilustre dama argentina, funciona desde hace unos pocos años como museo.
Otro lugar soñado es la histórica Quinta Pueyrredón. La quinta, muy antigua y dueña de unos jardines espectaculares que miran al río, alojó a varios próceres argentinos, entre ellos al General San Martín. El sitio, que continúa ambientado como una casa de familia de la época de la colonia, también se puede visitar. En cuanto a la naturaleza típica de la ribera rioplatense, no te pierdas la sugestiva Reserva Ecológica emplazada sobre el río.
La distancia que separa al centro de Buenos Aires de San Isidro, su belleza, la frescura que trae el río, y su vegetación frondosa, hizo que el lugar fuera usado en sus orígenes como sitio de vacaciones. De ahí que especialmente sobre la barranca gente distinguida y pudiente de Buenos Aires construyera sus casas-quintas. Hoy ya nadie va de vacaciones a San Isidro; la gente elige vivir permanentemente allí. El río, sus callecitas empedradas, la sudestada (el característico viento que sopla en las tardes del sudeste), el canto de los zorzales, las casas con grandes jardines perfumados y piscinas, los paseos en bici por el Barrio Parque Aguiire, y una actitud relajada, hacen de San Isidro un lugar increíble.
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