Belleza que resurgió de la ruina
A principio del siglo XX, sólo se podía acceder al pueblo de Belcastel por carreteras en mal estado, y el pueblo languidecía bajo los restos de su fortaleza abandonada, construida sobre una roca escarpada que domina el pueblo y el valle donde se encuentra.
En 1974 el arquitecto francés Fernand Pouillon compró el castillo en ruinas y emprendió una restauración completa y muy costosa, que pudo terminar con la colaboración activa de los habitantes del pueblo y de las instituciones regionales, con lo que el castillo recobró su aspecto original.
Esta iniciativa animó a los habitantes