Es una bodega pequeñita en pleno centro de Sevilla, en una especie de callejón que da a la calle Tetuán. Sólo tiene una barra y unas cuantas mesas fuera, pero este pequeño local, que pasa desapercibido, sirve el mejor adobo de Sevilla y el que mejor huele, como lo sabe cualquiera que pase por la calle Tetuán.
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