Salimos de Tromso hacia Bodo un poco...
Salimos de Tromso hacia Bodo un poco tarde pues serían las 13 h cuando cogimos el coche. El día era espectacular y el sol lucia en todo su esplendor pero nos quedaban 550 Kms. De recorrido por una carretera que a pesar de estar bien asfaltada está llena de curvas.
El primer fiordo que nos encontramos fue el de BAISFJORDEN que lo bordeamos tanto como para entrar en Tromso como para salir. Como ahora había más luz que a la llegada lo pudimos apreciar en toda su intensidad.
Alejándos por la E-6 las vistas de las montañas con sus picos nevados y el fiordo a su pies eran geniales, pero había que continuar y apenas me dió tiempo de sacar alguna fotografía. Repito que si en España una distancia de 550 Kms. Por una carretera normal se suele tardar 6 horas, en estos parajes se tardan nueve o diez.
Comimos por el camino unos bocadillos comprados en una estación de servicio y continuamos hacia Narvik en uno de los extremos del fiordo OFOTFJORDEN con una vista explendida. A pocos kilómetros el gps no llevó a tomar un ferry aunque casi llegamos tarde para coger el último ya que perdimos el anterior por escasos minutos. Esto ocurrio gracias al conductor de una caravana francesa que tuvimos que soportar por una carretera ya comarcal con mucha pendiente que subir y cantidad de curvas. Cada vez que veía que podía adelantarle el señor en cuestión pisaba el acelarador y me era imposible. Esto duró mas de media hora que era vital.
Como quiera que perdimos el anterior ferry, tuvimos que esperar más de una hora para coger otro que por los carteles que había era el último. Al fin y al cabo tuvimos suerte.
Embarcamos por fin cuando el sol estaba cayendo. La luz era tan intensa que te cegaba los ojos pero a su vez ofrecía un espectáculo impresionantemente bello.
La travesía duro poco más de media hora por el mencionado fiordo y nos dejó en lugar paradisíaco. Unas altas montañas con sus cumbres nevadas nos rodeaban y los reflejos del sol que se ponía sobre las nieves causaban unos reflejos extraordinarios y bellos. Tuvimos que pasar un puerto de montaña bastante pronunciado y después de bastantes túneles por fi ya estábamos de Bodo.
Eran casi las doce de la noche y claro esta por las calles no había ni un alma y mucho menos restaurantes abiertos para cenar, con lo que nos tuvimos que conformar con algunas cosillas que como siempre llevamos en el coche para comer. El dicho que la experiencia es la madre la ciencia es una verdad como un templo.
Nos alojamos en el Hotel Rica Bodo, justo al lado del puerto.
De la ciudad no puedo contar nada, pues entre lo tarde que llegamos y lo pronto que salimos al día siguiente no nos dió tiempo de ver absolutamente nada sino de pasada. Es el inconveniente de las prisas


