De bohemio, nada: elitista y decepcionante.
Bueno... El Café de Flore, en París, ni siquiera me pareció tan bonito. Más bien me pareció un antro elitista, con camareros estirados que sirven Möet & Chandon, descorchado con el ruido de un suspiro, a "snobs" y que colocan en tu mesa el cartelito de "reservado", estando tú de cuerpo presente, para que vayas dejando vía libre.
Creo que la única alusión a los escritores que lo hicieron famoso, mi único motivo para visitarlo y pagar 4€ por un café solo y 9€ por una caña, está en el menú y en una foto colgada en la pared, camino del baño. Decepción absoluta. Después de esto, pasé de largo ante el Deux Magots: no me iba a dejar estafar dos veces...