La historia en piedra
Patrimonio de la Humanidad desde 1984 y con todos los honores, el casco antiguo sanjuanero atrae como un imán a todo tipo de visitantes, tanto a los aficionados a la arquitectura colonial y a la restauración de edificios antiguos, como para los que sólo quieren dedicar su tiempo a pasear y dejarse llevar por los rincones de las calles de una ejemplar ciudad colonial. Pero también atraen sus múltiples y variados locales para compras, museos y galerías de rico arte y artesanía, los monumentos históricos y la gastronomía y la marcha nocturna.
A pié es la mejor manera de recorrerlo, pero para aquellos que se fatiguen después de recorrer sus empedradas calles, o simplemente quieran tener una visión más cómoda del conjunto, existen los llamados troles, que son una especie de trenecitos que recorren unas rutas establecidas que no dejan ningún rincón interesante sin visitar.
Pero no siempre fue así, ya que hasta mediados del siglo XX la zona presentaba un estado poco menos que ruinoso. Tuvo que intervenir el arquitecto y antropólogo Ricardo Alegría para que se pusiera remedio a un estado de alarma que amenazaba con ver desaparecer lo que hoy podemos admirar.
Así se pudieron recuperar esas pequeñas casas y grandes mansiones con patios interiores y azoteas con terrazas al gusto mediterráneo, el espíritu romántico de los edificios públicos y palacetes de la época de Isabel II, o la influencia francesa que se aprecia en los herrajes de los balcones....
Los tonos pastel que cubren las fachadas, junto con los adornos y altorrelieves en color blanco, consiguen un conjunto colorista que conforma la esencia plástica del Viejo San Juan.
Desaparecieron los nefastos anuncios de neón, los grandes carteles publicitarios, los empastes de cemento armado y todo aquello que pudiera contaminar la semilla de regeneración del Nuevo Viejo San Juan.
Renació de las cenizas, cual el hermoso ave fénix que es ahora..Y por muchos años...o siglos.