Erika Paz
Actividades ecológicas que desarrollan la individualidad del infante
El amor fue lo que llevó a María Fintch y Luis Porras a radicarse en una hacienda propiedad de la familia de ella en la vía hacia Mampote, en el Estado Miranda. Optaron por un lugar medianamente retirado de la ciudad, rodeado de verde y donde se pudieran criar animales de granja para darles a sus hijos otro estilo de vida. Ellos consideran que este era el ambiente ideal para que su familia desarrollara otras capacidades que no lograrían obtener en el agitado mundo citadino.
Los amiguitos de sus hijos quedaron encantados con el sitio, una casa convertida en un lugar de juegos. Así fue como nació la idea de abrir La Milagrosa al público para que otros pudieran disfrutar de lo que ya ellos gozaban.
Este campamento tiene como premisa la realización de actividades ecológicas y ejercicios que permitan desarrollar la individualidad y seguridad del infante. María piensa que muchos niños en la ciudad “viven reprimidos en apartamentos y han perdido contacto con la naturaleza; aquí pueden correr, saltar, dar rienda suelta a su imaginación”.
Esta hacienda que se ubica a unos mil cien metros de altura, lo que hace de su encantador clima uno de sus atractivos. Cuenta con espacios donde los pequeños pueden convivir con el verde de los árboles. La casa principal tiene una sala de descanso y un gran comedor para que todos se sienten a la hora del desayuno, almuerzo y cena juntos, porque para los Porras la hora de las comidas es muy importante a fin de contribuir con la integración familiar.
Su capacidad la cuentan en dos cabañas donde se pueden distribuir unos 100 niños cada temporada que dura una o dos semanas. Las actividades nunca aburrirán a los visitantes, pues estos se pasean entre ordeños de vacas, lanzamientos en tirolina, juegos, paseos a caballo y la sensación del campamento, un tobogán que baja por la montaña y termina en una piscina de espuma
Según María Fintch los campamentos no solo se tratan de diversión, porque el norte de la mayoría de estos centros de entretenimiento es desarrollar las destrezas de los niños, fomentar la competencia sana y reforzar los valores familiares.
Esta hacienda que se ubica a unos mil cien metros de altura, lo que hace de su encantador clima uno de sus atractivos. Cuenta con espacios donde los pequeños pueden convivir con el verde de los árboles. La casa principal tiene una sala de descanso y un gran comedor para que todos se sienten a la hora del desayuno, almuerzo y cena juntos, porque para los Porras la hora de las comidas es muy importante a fin de contribuir con la integración familiar.
Su capacidad la cuentan en dos cabañas donde se pueden distribuir unos 100 niños cada temporada que dura una o dos semanas. Las actividades nunca aburrirán a los visitantes, pues estos se pasean entre ordeños de vacas, lanzamientos en tirolina, juegos, paseos a caballo y la sensación del campamento, un tobogán que baja por la montaña y termina en una piscina de espuma
Según María Fintch los campamentos no solo se tratan de diversión, porque el norte de la mayoría de estos centros de entretenimiento es desarrollar las destrezas de los niños, fomentar la competencia sana y reforzar los valores familiares.
Leer más
+4