David Jiménez
Una ciudad protegida por una muralla formidable
Desde lo alto del antiguo Castillo de Tenasses (s.XVIII), contemplé lo que significó Tortosa como fortaleza inexpugnable: el castillo de la Zuda (s.X), hoy un magnífico parador de turismo, en lo alto de la colina más alta, y a sus pies la ciudad. Desde aquí divisé la muralla que antaño cerraba la Judería de Tortosa, la que albergó una de las comunidades judías más importantes de la Corona de Aragón y, por otro, la silueta de la Catedral de Santa María de Tortosa, uno de los referentes del estilo gótico catalán, y como fondo el río Ebro que atraviesa por la mitad la ciudad.