Fortaleza medieval que acoge variada colección .
La verdad me sorprendió la elegancia y equilibrado diseño, lo bien conservado, que esta. Su enclave destaca en lo alto de la colina, su planta trapezoidal con sus esquinas, rematadas en torres fortalezas, cuadradas.
Hay una de ellas que es la mayor, dedicada como torre del homenaje. Subir por sus escalinatas tiene su encanto, a la vez que vas disfrutando, de sus detalles ornamentales y del escudo del Duque de Lerma.
Han sido varios sus dueños, entre ellos el Conde de Salvatierra, D Pedro de Ayala. También el Conde de la Granja, D. Juan de Alburquerque y la Casa Ducal de Alba en fin, a su vez huéspedes destacados disfrutaron del castillo como el Rey Fernando el Católico y Carlos V.
Sería con el Duque de Lerma, favorito del rey Felipe III que acudió en varias ocasiones, por lo que se convirtió el castillo en sede de la corte, en su época de esplendor.
Después lo fueron abandonando, entrando en declive, hasta ser adquirido en 1960, D. Eugenio Fontaneda Pérez, quien inició su ardua restauración.
Disfrutando en una muy visita escasa, la verdad. De variadas colecciones como, Arqueología con (Piezas de diferentes cronologías, Edad de Bronce con hachas, puntas, puñales y espadas, junto a varias estelas funerarias. La edad de Hierro, época romana), Arte sacro (con esculturas policromadas, pinturas sacras, orfebrería, un magnifico calvario en madera de nogal. Objetos litúrgicos), Juguetes (un mundo mágico, muñecas antiguas con cara de porcelana, piezas de hojalata en coches, marionetas y casas con sus muebles), piezas que muy juntas, para disfrutar de la mezcla de objetos.
Sala de Armas y la Farmacia una sala especial, como aquellas boticas con tarros de cerámica, reproduciendo atmósfera medieval, con su chimenea y alambique, incluso una silla de operaciones.
De todo lo mejor y tal vez lo que más se puede apreciar, es su exterior, pero es una cita que resulta inevitable, te invita su majestuosidad alzada sobre las ruinas de un antiguo alcázar, del siglo XV.
En el Castillo de Ampudia, se dieron cita nobles y tratados que a día de hoy se mantienen, como que que Valladolid dejase de ser la capital, por traslado a Madrid.