Castillo de Blarney

Quedé encantado con el castillo, los verdes jardines que lo rodean, así como los variados senderos que atraviesan frondosos bosques cercanos. El castillo sólo conserva su estructura, pero tiene un gran atractivo: el "Blarney Stone", en la cima de un torreón, piedra que, según la tradición, hay que besar para conseguir el don de la elocuencia. Debajo del castillo hay una pequeña cuevecilla a la que se puede acceder, en varios tramos agachados. Totalmente recomendable perderse por sus senderos y conocer de primera mano la tradición más mística de la Irlanda celta.

Irlanda destaca por poseer maravillosos paisajes en todo su territorio. Estando en Cork, acercarme a la región de Blarney era una cita ineludible para mí. Tras la visita, confirmo que es un sitio al que, si pasas por el condado e Cork, debes ir.

Desde la ciudad de Cork tardas alrededor de quince minutos (a pesar de haber tan sólo ocho kilómetros de distancia). No es un viaje en absoluto largo y ya de paso ves la zona que hay entre la ciudad y el castillo. El autobús te deja muy cerca de la entrada, en la que los adultos deben abonar diez euros. A partir de aquí, empieza la visita.

El castillo es una impresionante construcción de piedra situada en una formación rocosa. Entre dichas rocas están las celdas. Una vez situado frente al castillo me di cuenta de su altura y de algo más importante: Cuando lo construyeron no había ascensores. Así que la subida se realiza por una escalera de caracol no recomendada para aquellos temerosos de las alturas. Por suerte, a diferencia de otras escaleras de caracol, aquí no te cruzarás con los visitantes que suban o bajen. Y quienes hayan subido a The Monument, en Londres, sabrán de qué hablo.