Castillo de Carcassonne

Fue alrededor del año 100 que los romanos construyeron las primeras murallas de lo que con el tiempo sería la espléndida ciudad fortificada Carcassonne. Páginas se podrían escribir sobre los ejércitos que la asolaron hasta el fin de la Edad Media, sin embargo, fue en 1849 que la ciudadela corrió verdaderos riesgos de desaparecer: Dado su deterioro, el estado francés consideró seriamente demolerla. Gracias a que artistas e intelectuales se opusieron, Carcassonne recuperó su magnificencia.
Es cierto que la ciudadela es masivo polo turístico, es verdad que a ciertas horas uno puede toparse con multitudes que marean hasta lo indecible; Carcassonne, aún así, sigue siendo absolutamente mágica y romántica. Es irremediable, la visión de sus torres desde el Puente Viejo provoca una muda exclamación. Luego, al otro lado de su doble muralla, el mundo parece de juguete, casi como si uno recorriera un fantástico decorado puesto allí para soñar. Pero todo es cierto y verdadero, cada piedra, los techos empinados de pizarra, las cincuenta y tres torres, el magnífico castillo condal, la antiquísima catedral de Saint-Nazaire.

Siempre he sido una enamorada de la Edad Media y todo lo relacionado con ella. Lo cierto es, que no puedo comprender que es lo que me atrae de dicho periodo en el que la gente moría de hambre y la miseria se apoderaba de regiones enteras. Tal vez sea la arquitectura, que a mi parecer crea un ambiente muy romántico con sus formas puntiagudas o puede que tenga dicho periodo idealizado como consecuencia de las innumerables películas que vemos constantemente en la televisión que tratan sobre esta época.

Sea como fuere, tenía la ciudadela de Carcassonne un tanto idealizada, por lo que me pareció que merecía la pena subir desde Valencia hasta allí con mi coche para comprobarlo con mis propios ojos, y la verdad es que no me arrepiento en absoluto.

El Castillo Condal de Carcassonne es la edificación más importante en la Ciudad Medieval. El arquitecto Viollet-Le Duc lo restauró siguiendo cánones historicistas durante el siglo XIX, con lo que tenemos realmente lo que él pensaba que era un castillo medieval.

A pesar y gracias a ésto hoy en día podemos apreciar lo que pudo ser debido a dichos trabajos de recuperación y restauración. Posiblemente durante los mismos se destruyeron dependencias y edificaciones que no se ajustaban a los "cánones" medievales y, por ello, no hay demasiadas estancias que se puedan visitar.

En dichas habitaciones se sitúa el Museo repartido entre la Sala Pierre Embry, la de los Arcos, la Gótica, la Románica y la Abovedada del Torreón. En ellas se pueden contemplar los pocos elementos decorativos que se conservan de la época medieval; así por ejemplo, un Retablo de la Pasión del siglo XV, una arcada gótica de tres vanos y pinturas al fresco de finales del siglo XII.