Castillo de Lebrija

Uno de los edificios más emblemáticos de Lebrija es su invisible castillo. Es una construcción que se puede observar desde la lejanía pero que una vez llegas a su interior desaparece. Apenas si quedan varios lienzos amurallados de su parte superior y una parte nueva reconstruida a los pies de la calle Cuesta del Castillo. Conviene entrar en Lebrija desde la dirección de Trebujena y seguir las indicaciones de centro urbano hasta que nos veamos obligados a girar a la derecha. A partir de ahí es recomendable callejear con cuidado porque hay que volver a doblar a la derecha por una calle muy cerrada y estrecha. Pasamos por delante del antiguo ayuntamiento y de la iglesia de Santa María de la Oliva y tras fotografiar un trozo de muralla llegamos a la entrada del castillo. Allí hay un aparcamiento pero optamos por dejar el coche arriba del todo. En la antigua entrada no hay nada que lo recuerde, salvo el local de la Hermandad. La parte superior se divide en dos espacios. Uno de ellos se encuentra pavimentado, siendo el lugar donde se halla la ermita de la Virgen del Castillo, teniendo un lateral ajardinado por los talleres municipales. El otro espacio está totalmente lleno de matojos, con una estatua del Sagrado Corazón de Jesús. Evidentemente el Castillo no es un lugar para visitar sino más bien para contemplar las mejores vistas panorámicas de Lebrija al hallarse en la cota más alta de la zona. En esste llamado castillo se han encontrado restos arqueológicos desde la Edad del Bronce, por lo que seguramente los musulmanes levantaron su alcazaba sobre una fortificación anterior. Igualmente hicieron los cristianos que remodelaron toda la alcazaba hasta convertirla en alcázar que el tiempo no ha respetado.