El castillo junto al mar
No sería exagerado decir que la postal que conforman el castillo de Tamarit, la cuenca del río Gaiá y la pequeña playa que se abre a sus pies son una de las imágenes más conocidas de la hermosa Costa Daurada Catalana. Basta con tomar la carretera que desde Altafulla nos lleva hasta el borde mismo del mar para percatarnos de la belleza sin igual de la que presume la zona y reconocer que esta fortificación que se remonta al siglo XI, parece emerger del mismo mar que la abraza y la hace brillar entre todos los paisajes que salpican nuestro recorrido por Cataluña.
Pero si bien la fortaleza es ahora lugar de celebración de bodas y otros eventos, y forma parte de una propiedad privada, no fue esa su función original, ya que era eslabón fundamental de una cadena de más de cuarenta castillos y torres que repartidos por la zona se encargaban de mantener las costas y el interior a salvo de las rapiñas y los ataques de todo aquel que anhelaba hacerse con las riquezas y las tierras que pertenecían a los señores catalanes por derecho real. Por aquel entonces los piratas berberiscos y otomanos andaban haciendo de las suyas por toda la costa mediterránea, así que no era cuestión de dejarles ninguna puerta abierta. Y de eso se encargaban estas alcazabas.