Catedral de Nápoles

Y santuario por excelencia del buen napolitano, que una vez al año encuentra aquí la razón de su fe y su amor por San Genaro.
Pero antes de hablar del santo milagrero, debemos conocer la joya que cobija su reliquia.
Cuando los cruceristas que hacen escala en Nápoles me preguntan que qué pueden ver aparte de Pompeya y les enumero todas los tesoros napolitanos, pocos suelen creerme. Acostumbrados a la idea de que Nápoles es una ciudad sucia, caótica, llena de motos y ropa tendida en los balcones.
Por eso lo primero que les recomiendo visitar es la catedral, para que el impacto sea mayor y queden enganchados a la ciudad para siempre.

Si estáis en Nápoles el primer domingo de mayo o el 19 de septiembre hay algo que no os podéis perder: la licuefacción (ya lo sé, es una palabreja, pero es la que se usa en estos casos) de la sangre de San Genaro. Dos veces al año la sangre reseca que hay en una ampolla de cristal se licúa (bueno, alguna vez no, y se interpreta como presagio de terribles catástrofes), y aquello es una fiesta. ¿Queréis saber más? Pues entrad en 'https://bit.ly/q5x2ut'

Sin duda la mejor visita de Nápoles. Además, hemos tenido la suerte de disfrutarla en medio de una misa.

Visita obligada es la de la Cantedral, donde se encuentra la reliquia que guarda la sangre de San Jenaro cuya sangre se licua el día 19 de septiembre de cada año, y según cuenta la tradición, Nápoles queda protegida con este hecho.

No parece desde fuera lo que oculta en su interior