Pere Joan Oliver
Un poco de historia
Carlos Garrido, periodista y escritor, montó un itinerario sensorial. La luna llena en el cementerio. Un paseo de noche. Sólo de sensaciones.
Así fue como los días 15 y 16 de este mes de abril, en pases a las 22 y las 24 horas, grupos de unas cuarenta personas pasearon por el paisaje inmóvil, selénico, resonante, del Cementerio.
Unos actores fueron los encargados de guiar a los grupos y en determinados momentos recitar algunos poemas relacionados con la persona enterrada en esa tumba.
En 1787 el rey Carlos III emite una disposición en la que señala la conveniencia y necesidad de abandonar la costumbre de efectuar enterramientos dentro de recintos sacros para la mejor higiene de las ciudades y pueblos. Y así ocurría con todas las parroquias.
En Mallorca nadie le hace caso hasta que en 1804, el entonces obispo de Mallorca encarga a un arquitecto italiano llamado Jacinto Cocchi que busque extramuros un lugar apropiado para construir un cementerio para la ciudad. Y éste, selecciona un lugar llamado "Sa Punta" en las inmediaciones de la Puerta de Santa Catalina y realiza unos planos para ello.
Pero el Rey, a través de diferentes mandatos, exige que en ciudades y pueblos de España se construyan cementerios fuera de las poblaciones e impone determinadas medidas de salubridad. Así que, en Mallorca se crea una Junta para la construcción de cementerios. Y esta Junta, a comienzos de 1806, nombra al arquitecto Jacinto Cocchi comisionado para diseñar los planos y calcular el presupuesto de todos los cementerios de la isla por lo que Cocchi abandona momentáneamente los planos para el cementerio de Palma y pasa a ocuparse de todos los cementerios de la isla.
Pero el tema se complicó. Se perdieron los planos, no había acuerdo sobre la elección de terrenos ni sobre sus tasaciones y entonces la Junta decidió sólo ocuparse en principio del cementerio de Palma. También aquí la cuestión fue compleja ya que se discutió el lugar del emplazamiento. Parece ser que estuvieron indecisos ante dos, el de "Sa Punta", ya nombrado, y otro lugar llamado "cementerio de los apestados" que se había utilizado en 1652 y 1653 en una fuerte epidemia, a espaldas del Convento de Jesús. Decididos por este último, surgieron impedimentos arguyendo la posibilidad de peligros higiénicos al remover los antiguos enterramientos.
Al final fue elegido otro terreno llamado "Son Tritlo" ubicado en las cercanías del Convento de Jesús, terreno que reunía las condiciones requeridas y que fue comprado en diciembre de 1806 pese a las protestas de los habitantes de su entorno.
Los maestros albañiles Francisco Pizá y Pedro Lladó, de la villa de Valldemosa, se comprometieron a ejecutar la obra en el plazo de un año. Y en 1809 declararon que habían finalizado pese a que doce años después, en 1821, seguían reclamando los haberes no percibidos.
Los planos del arquitecto Jacinto Cocchi se perdieron y parece ser que las obras que realizaron no se ajustaron apenas a lo planificado. Posiblemente el proyecto de Cocchi tenía una planta cuadrangular o rectangular con una entrada monumental, galería porticada interior y capilla situada en el cuerpo posterior. Pese a ello, ni siquiera se nivelaron los terrenos, por lo que había tres niveles que posteriormente se enlazaron mediante escalinatas y sólo se realizó una simple valla exterior y la capilla en el terraplén superior.
El hecho está en que hubo un intento fallido en 1814 para continuar las obras del cementerio y otro en 1820, siendo eficaz este último y, por fin, en marzo de 1821, era bendecido el cementerio de la ciudad de Palma.
Hay que añadir que las tumbas se colocaron de manera anárquica y que pocos años más tarde, en la década de 1850, ya tuvo que ser ampliado, lo que hizo el arquitecto José Frontera.
Carlos Garrido, periodista y escritor, montó un itinerario sensorial. La luna llena en el cementerio. Un paseo de noche. Sólo de sensaciones.
Así fue como los días 15 y 16 de este mes de abril, en pases a las 22 y las 24 horas, grupos de unas cuarenta personas pasearon por el paisaje inmóvil, selénico, resonante, del Cementerio.
Unos actores fueron los encargados de guiar a los grupos y en determinados momentos recitar algunos poemas relacionados con la persona enterrada en esa tumba.
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