Cementerio judío

No es un cementerio ostentoso, ni siquiera es atractivo por sus estatuas o grandes panteones, no hay flores ni paseos adornados; pero este recoleto y pequeño cementerio, alberga tanta historia, que en sí mismo es Historia para el pueblo judío. Este singular sitio fue durante más de 300 años el único lugar donde se permitía enterrar a los judíos. Fundado en 1478, se amplió ligeramente a lo largo de los años, pero sigue reflejando el carácter que tenía en la Edad Media. Debido a la falta de espacio, los cuerpos debían ser enterrados unos encima de otros, hasta llegar a apilar doce. Hoy se pueden ver más de 12.000 lápidas apiñadas, y se estima que se hallan enterradas unas 100.000 personas. El último sepelio fue el de Moses Beck en 1787.

Una de las últimas cosas que se nos ocurriría visitar estando de turista en una ciudad seguro que sería el cementerio, pero Praga es una ciudad especial hasta para esto. Dejando de lado el rechazo inicial que causan estos lugares, en el barrio Judío podemos visitar uno de los cementerios más extraños, el Viejo Cementerio Judío.

Este cementerio se creó en 1439, fecha de la primera lápida, y fue durante 300 años el único lugar donde se podían enterrar a los judíos. Como el espacio es bastante reducido, se llegó a enterrar los cuerpos apilándolos unos encima de otros, estimándose que hay 100.000 personas enterradas y unas 12.000 lápidas.

Un lugar que te dejará helado por la historia que le envuelve, se estima, ya que no existe forma real de averiguarlo sin descubrir toda la zona, que en este cementio se encuentran enterrados 100,000 judíos, repartidos en unas 12.000 tumbas.

Es realmente impactante ya que, una vez visitas el sitio y sabes los números, te das cuenta que el terreno es sumamente pequeño para acoger a tantas personas.

La fecha de su creación es todo un misterio, se dice que data del siglo V, sin embargo la tumba más reciente encontrada es del rabino y poeta rabino y poeta Avigdor Kara, enterrado en

Que es la muerte, me pregunto? Yo la entiendo como la consecuencia de un engranaje universal que decide cuando una flor ha de madurar, cuando una hoja se ha de secar y caer, cuando una mariposa está preparada para volar por primera vez, cuando nuestras células han de morir para regenerarse por otras o cuando han de morir definitivamente. Pero también cuando debemos coincidir en el lugar y tiempo precisos con esa maceta que cae de un balcón o con esa bala perdida en una refriega callejera.
Nada de eso importa. Lo que verdaderamente importa es respondernos a la pregunta: ¿Como queremos vivir en el futuro, como organismo? Sin resolverla no podremos planificar nuestro presente. Y si la resolvemos, acaso no podamos frenar la maceta que cae del balcón pero si la bala perdida en la refriega callejera.