El Corazón Verde de Nueva York
Quienes hemos tenido la suerte de sobrevolar Manhattan, hemos visto cómo la ciudad parece volcarse sobre un manto verde ( blanco en invierno), que parece una herida abierta a la que rodean los más espectaculares e históricos edificios de la Gran Manzana.
Alegre y colorido durante el verano, misterioso y sorprendente durante el invierno, pero siempre bullicioso y lleno de vida, Central Park se ha convertido con el paso de los años en una caja que se abre a cada paso para regalarnos las más variadas e increíbles sorpresas.
Quizá la mejor de ellas, la que más se disfruta, sea el sosiego y la paz que se puede respirar al dejar atrás la trepidante marcha que parece invadir las grandes avenidas de la ciudad. El tráfico, las prisas, los ruidos de la urbe que nunca duerme, se apagan al traspasar los límites que entran a este pulmón único en el mundo, que ya ha cumplido nada menos que 157 años con unas cifras que demuestran su importancia vital para la ciudad de Nueva York.
Todos esos datos, más los 25 millones de visitantes que anualmente traspasan sus lindes, su consideración como cuna del footing mundial ( sobre todo en la zona de The Reservoir, el gran lago que se excavó para suministrar de agua dulce a la ciudad), el maravilloso castillo de Belvedere o el Jardín Botánico, la escultura de Alicia, el pequeño zoo para niños o la espectacular y cinéfila Bethesda Terrace, hacen de Central Park un lugar único que bien merece una jornada completa para empaparse de toda la esencia de la ciudad de Nueva York.


