En las profundidades de la historia
Una de las obras históricas más majestuosas de Estambul es, sin duda, La Cisterna Basílica, construida durante el reinado de Justiniano I. También llamada Palacio Sumergido por sus columnas lanzadas al cielo desde el agua. Lo de Basílica tiene su origen en una antigua basílica edificada con anterioridad en el mismo emplazamiento.
De forma rectangular y con unas medidas de 140 metros de largo por 70 de ancho, se accede a ella por una escalera de 52 peldaños, para encontrarnos de repente con 336 columnas de 9 metros de alto cada una. Con una distancia de 4,80 metros entre ellas, forman 12 hileras de 28 columnas. La mayoría son de mármol talladas en una sola pieza.
Si llegamos al final y bajamos unos escalones encontramos que la base de dos columnas llevan bajorrelieves representando la cabeza de Medusa, y lo curioso es que no se sabe de donde pudieron salir.
Según se cree, se solía usa la representación de estos seres mitológicos para proteger edificios y sitios de gran importancia, pero que fueron colocadas de lado o cabeza abajo para no petrificar a la gente.
Una curiosidad más, dice que varias prospecciones en casas vecinas encontraron agujeros como bocas de pozo en los sótanos de donde sacaban agua e incluso peces. Cuentan que hay casa con escaleras en sus jardines que van a dar a partes aún inexploradas de la cisterna.
Los trabajos de mantenimiento son constantes, para permitirnos disfrutar de todo el esplendor del lugar donde siempre se respira paz y una suave música parece flotar en el aire...


