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Comarca de Villuerca-Ibores

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2 opiniones sobre Comarca de Villuerca-Ibores

Estos parajes son escenario antiguo de...

Estos parajes son escenario antiguo de peregrinos y maquis. Entre sus peñas y sus arbustos, los caminantes anhelaban alcanzar con la vista el Santuario de Guadalupe. Dejaron por estos parajes su sangre, la de sus pies descalzos que abrían heridas y cerraban promesas cosidas con fe.

También regaron estas tierras los maquis, aquellos guerrilleros que huían hacia las cuevas y refugios que estos parajes abruptos proporcionan al escondrijo. A veces, desafortunadamente para los primeros, peregrinos y maquis se cruzaban por estos caminos.

Ahora las Villuercas por tener, ya no tienen ni esas curvas horribles que mareaban a la niña que fui, sin cinturón, sin silla especial y sin aire acondicionado.

Lo que es peor de todo, sin esas pantallitas de dvd con la que hoy en día los padres evitan ese:’¿cuándo llegamos?’ que tanto nos gustaba pronunciar a los niños pre-tecnológicos. Quizás, gracias a no tener dvd, ni radio, ni nada, contemplando estos campos por la ventanilla bajada, mi madre me contó la historia de maquis y peregrinos.
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Tallada en varias sierras que corren...

Tallada en varias sierras que corren paralelas entre el Guadiana y el Tajo, la accidentada comarca de Villuercas-Ibores es una de las regiones más desconocidas y agrestes de Extremadura. Escasamente poblada, con pocas carreteras que la recorren, y más húmeda que la mayor parte de la Comunidad, la comarca cacereña es dueña de una diversidad poco común. En sus frondosos montes alterna una variedad maravillosa de árboles, en sus dehesas crecen viejas encinas, en sus roquedos y profundos barrancos anidan multitud de pájaros. La región, que toma su nombre del pico Villuercas y del río Ibor, huele a tomillo y a romero, a brezo y a jara, y a dulce y espesa miel, que aquí cuenta con Denominación de Origen.

Las amables gentes que habitan esta tierra tienen un modo como de antaño. De hablar poco y pausado, viven al compás de soles y lluvias, de fríos y calores, de siembras y cosechas. Como hace décadas, extraen de la tierra sus más preciados frutos y producen deliciosos alimentos. Queso de cabra, aceite de oliva, embutidos, almendras y nueces, castañas, buenos vinos, jugosos limones, rojas y brillantes cerezas. Simples y sustanciosos son sus platos: Para sobrellevar el crudo invierno son tradicionales las migas con torreznos, las calderetas de cordero, el cochinillo en cochifrito, el cabrito asado y la buena carne de caza; el fresco ajoblanco y las ensaladas extremeñas aligeran los calores del verano. La comida se acompaña con vino noble y generoso, que en estas tierras es de pitarra; los dulces, para celebrar alguna ocasión especial, suelen ser las perrunillas con suave sabor a limón, o la rosca de candelilla, elaborada con la ambarina y brillante miel de las sierras.
Los pueblos de Villuerca-Ibores son pequeñitos; apenas racimos de casas entre solitarias montañas. Como en Las Hurdes o en la Siberia extremeña, Villuerca-Ibores ha sufrido una fuerte emigración, tanto que a veces sus pueblos están habitados por una treintena de vecinos. Salvo algunos, que guardan bellos testimonios arquitectónicos de otras épocas, no son los pueblos los que sobresalen en la comarca: Protagonistas absolutos son la naturaleza y el Monasterio de Guadalupe que, como un tesoro dentro de un estuche, se esconde entre las sierras.
Los caminos para recorrer las sierras son pocos. Hacia el puerto de San Vicente, en la provincia de Toledo, llevan al Estrecho de la Peña, un paraíso de crestas y barrancos habitado por un universo de aves. Hacia el sudeste bajan hacia Cañamero, una villa donde se produce vino D. O. Ribera del Guadiana. Desde allí hacia el norte el itinerario sigue el curso del río Almonte, adentrándonos en los espectaculares valles que, bajo la mirada del pico Villuercas, corren estrechos y paralelos entre las sierras.
Entreverados con la vegetación autóctona, los castaños cubren grandes extensiones alrededor de Navezuelas. Los castaños se extienden hacia Roturas, un pueblo donde se puede comprar excelente queso de cabra directamente a sus productores y deliciosas bollas de chicharrones, magdalenas y perrunillas en su única panadería.
A pocos kilómetros del paraje de Las Apreturas, el itinerario tuerce al sur y busca la entrada al pueblo más bonito de las sierras: Cabañas del Castillo.
El pueblo se apiña sobre una pronunciada ladera rematada con dos puntiagudas crestas rocosas. Sobre una de ellas, un viejo castillo árabe del siglo XII todavía custodia el espectacular entorno. Un silencio profundo habita Cabañas del Castillo: El que dejaron, al emigrar, sus habitantes. Hoy sólo disfrutan de su mágico sosiego treinta tres personas.
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Información Comarca de Villuerca-Ibores

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