Rodeadas de leyendas y supersticiones
Una de las cosas que más me fascina de viajar es el factor sorpresa, por mucho que diseñemos una ruta o que nos informemos previamente de los lugares importantes a visitar, siempre habrá algo, un lugar, un rinconcito, un paisaje que estará ahí, dispuesto a ser redescubierto una y otra vez.
Zugarramurdi y su cueva fueron la sorpresa de ese día, es una población de apenas 230 habitantes situada al Norte de Navarra, a unos escasos 80 km de Pamplona. Supimos de ella por casualidad y como todavía nos daba tiempo de ir a visitarla no perdimos la ocasión.
Al llegar allí empezamos a ver que la cueva no solo tenía interés por su espectacularidad sino también por temas relacionados con la brujería, de hecho la cueva recibe varios nombres como la “Cueva de las Brujas” o la “Catedral del Diablo”. El espacio que ocupa la cueva es enorme, alcanzando una altura de 12 m de media, tiene distintas cavidades, pues el agua del arroyo que la cruza la ha ido moldeando a lo largo de los siglos con sumo cuidado.
Este arroyo es el Olabidea, más conocido como el Arroyo del Infierno “Infernuko Erreka” (en vasco).
La relación de la Cueva con el mundo de la brujería se remonta siglos atrás, alrededor de 1600, cuando se realizaban en ella celebraciones paganas.
Al irrumpir con fuerza el cristianismo esas prácticas pasaron a verse como auténtica herejía, y eran contadas como auténticas bacanales en las que se practicaban todo tipo de ritos, pócimas, sacrificios infantiles para adorar al Diablo, prácticas homosexuales e incluso se decía que se llevaban a cabo prácticas antropófogas.
Estas versiones mezcladas con algunas venganzas personales hicieron que el Tribunal de Logroño mandara en 1610 al inquisidor Don Juan del Valle Alvarado para inspeccionar el pueblo, durante su estancia recibió hasta 300 denuncias que relacionaban a los habitantes del pueblo con la brujería. Finalmente la Inquisición se cobró con 12 vidas de Zugarramurdi, a quienes quemaron en la hoguera.
Todos los hechos están rodeados de leyendas y supersticiones que están ahí para quien las quiera escuchar, para quien quiera creerlas y temerlas. Cuando estuvimos en la cueva había una pareja, justo delante nuestro, dudando de si debían subir o no hasta la cavidad donde se hacían los akelarres, finalmente ella se echó atrás y no quiso ir hasta el lugar... Como he dicho cada uno tendrá sus motivos...


