Un mundo aparte
Si algo no falta en Kioto son templos. Y santuarios. Los hay repartidos por toda la ciudad. Sin embargo, y aunque hablamos de templos, Daitoku-ji es especial. Tras el muro que rodea este lugar se esconden una veintena de pequeños templos, unos juntos a otros, cada uno con su muro, su jardín y su santuario.
Entre unos y otros discurren sinuosos caminos de gravilla por los que se pueden ver pasear a mujeres ataviadas con el kimono tradicional o algún monje.
Casi todos los templos están abiertos, si no se encuentra la puerta cerrada se puede acceder al recinto sin problema. Para lo que si es posible que haya que pagar en algún caso es para ver el jardín interior de alguno de ellos.