¿Qué es un hotel sin sus dueños? Nada, au...
¿Qué es un hotel sin sus dueños? Nada, aunque sea precioso, es como una casa sin alma, un frasco vacío.
La gente lo hace todo. En el caso de Dar Terrae, un hotelito escondido en la mágica medina de Chefchaouen, sus dueños Cosimo y Bilal me hicieron desear quedarme a vivir allí. Para siempre, lo juro.
Azul como todo el pueblo encajado en las montañas de El Rif, con las habitaciones asomándose a un patio azulejado desde pequeñas terrazas, me costaba abandolarlo aunque el laberinto de Chefchaouen me llamaba. Caminaba mucho, sacaba fotos, y volvía. Si era la tarde le pedía a Bilal leña para encender mi chimenea. Mientras mi habitación se caldeaba bajaba a la salita del Dar Terrae y conversábamos con Bilal, sus amigos marroquíes y otros viajeros en una especie de esperanto. Luego venía la noche y Cosimo -italiano hasta el tuétano aunque habla marroquí y usa chilaba cuando hace frío- me preguntaba si no me apetecía cenar allí. María, para qué salir, si va a llover. Puedo prepararte una sopa de garbanzos y unos spaghetti caseros con ajo y tomate. Y si quieres te traigo un chianti para que disfrutes como Dios manda...