ARGOS
Pequeño pueblo iraní
Soy de la opinión de que los países, las regiones o las culturas no se conocen si no visitas algunos de sus pueblos pequeños. Si esto podría haber valido siempre, en tiempos de la globalización y de la interconexión con internet es más cierto.
Las grandes ciudades tienen más que ver con otras grandes ciudades que con el resto de pequeñas ciudades y pueblos de su propio país. En Teherán y pese a las enormes diferencias culturales nunca me abandonó la sensación, por similitud, que puedo tener en Madrid o París sin embargo en Dashtekhak, los paralelismos con lo que yo conozco y donde vivo son más difíciles.
Entre esto y que la travesía al desierto de Dasht-e Lut lo requería, allá que nos vimos en un pueblo de 1.000 habitantes perdido, humilde y auténtico como el solo, del Irán profundo.
No es posible ubicarlo en el mapa, ni mediante GPS (cosa que le dio sal, en el traslado desde Kerman) está bastante cerca de Zarand, que a su vez está a 60 km de la capital de la provincia Kerman, una región desértica del sureste iraní.
Lo mejor es su sencilla arquitectura popular en adobe: barro y paja: casas cuadrangulares con un techo y tejado semicircular. Muchas de ellas están abandonadas: puedes acceder y en un pequeño montículo un castillo con dos siglos de antigüedad ( según los locales) también de barro.
Desde luego mucho por descubrir en Irán.
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