Museo al aire libre
El sitio arqueológico de Delos es quizá único, en cuanto a que está asentado en una pequeña y estrecha isla de apenas cinco kilómetros de largo por 1.300 metros de ancho.
Aunque la isla es de una aridez absoluta, resplandece a la luz del sol como pocas, debido en parte a la blancura de sus formaciones rocosas y restos arqueológicos que contrastan con el profundo azul del mar.
La altura máxima de la isla es Kynthos (112m) junto al que se encuentra el santuario de Apolo y su hermana Artemisa y que era el centro de la ciudad helena.
Ya en la Odisea y en el Himno a Apolo de Homero, se nombra la ciudad como uno de los más famosos centros religiosos del Jónico.
Una ciudad de alrededor de 30.000 personas creció alrededor del santuario en el periodo Helenístico, convirtiéndose en puerto importante del Egeo, aunque el destino le deparaba ser destruida por Mitrídates, rey de Ponto.
Y sobre estos restos debemos de caminar una vez que el ferry que nos lleva desde Chora, capital de Mykonos, y por 17 euros ida y vuelta, nos deja en el minimuelle que se levanta junto a un pequeño centro de interpretación con una tienda que vende delicadas reproducciones de los hallazgos a muy buen precio.
Recomiendo pasar de largo; en principio, de los primeros restos e ir rapidamente a ver la Terraza de los Leones y la zona inmediatamente próxima a ella, luego visitar el Museo, contiuando con la zona del Teatro y las casas que lo rodean, ricas en mosaicos y columnas de fina factura y acabar en los restos que dejamos al principio. Esta es mi opinión porque es la ruta contraria a la que hacen los guías, tanto de la zona como los de los cruceros, y nos permite ver más cosas y de manera más solitaria, disfrutando al máximo de esta isla y sus tesoros como si fuéramos los únicos visitantes...


