Imponente y blanco
Un poco como reflejo de la cultura política americana, el Capitolio de Puerto Rico se levanta mirando al mar a pocos metros de la entrada del Viejo San Juan. A imagen y semejanza de los edificios de su tipología de América del Norte, el Estado Asociado puertorriqueño levantó en 1929 un edificio que sirviera para alojar las oficinas de los senadores en una de sus alas y de los representantes de zona en la otra.
Globalmente es, en la actualidad, sede del Parlamento o Legislatura como se conoce en Puerto Rico.
No se puede negar el parecido, mas que evidente, con el de Washington, que no pudo ni quiso ocultar el arquitecto puertorriqueño Rafael Carmoeaga.
Sin dejar de lado la grandeza del edificio, no hay duda de que la plaza de San Juan Bautista, localizada al otro lado de la carretera, es una de las partes que más merecen la pena por contener muchos elementos simbólicos; las piezas de mármol del suelo, que recuerdan al patrono de la ciudad, San Juan, con una escultura que también le honra, o los escudos que lo rodean en semicírculo, representando a todos y cada uno de los municipios de Puerto Rico, sin que falte la bandera del país ni por supuesto, la americana, son el lugar perfecto para tener una visión global de la grandeza de este edificio y su conjunto en el más puro estilo Beaux Arts.
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