Cristo de los Faroles

Porque verdaderamente parece que lo hubieran tallado desde la misma roca viva, en el sitio donde se levanta, como si siempre hubiera estado ahí y sólo hubiera necesitado que alguien lo sacara a la luz.
Su poder de atracción es tal, que anula completamente la preciosa plaza de los Capuchinos que le sirve de marco, que lo realza, involuntariamente con sus blancos lienzos de pared desnuda, vacía, pero que la convierten en el mejor telón de fondo del Cristo.
Cristo de los Desagravios y Misericordias, Cristo de los cordobeses y de las indulgencias, concedidas con sólo rezar un credo ante su imagen. Trescientos sesenta días de perdón y de piedad.

Fue un paso breve por Córdoba. Pensaba solo en visitar la mezquita-catedral, comer y dar un paseo por las calles cercanas, pero durante el viaje en tren hasta la ciudad, un vecino me recomendó pasar por esta coqueta plaza presidida por el Cristo de los Faroles.

Afortunadamente, seguí su consejo. Después de comer me animé a subir a la plaza y allí me encontré con estos dos improvisados jardineros: uno de ellos repasaba las flores situadas bajo la cruz, y creo recordar que también ordenaba las velas allí depositadas, mientras otro, el más osado, mimaba varias plantas situadas en una suerte de terraza.

El Cristo de Desagravios y Misericordia, llamado popularmente Cristo de los Faroles, es uno de los monumentos por el que los cordobeses sienten más devoción. Debe su nombre a los faroles que le rodean y que se encienden por la noche.
Fue esculpido en 1794 por Juan Navarro León.
Se encuentra situado en la Plaza de los Capuchinos, una de las más tradicionales de Córdoba, en los alrededores de la Cuesta del Bailio.

Acogedora es la plaza que alberga al Cristo de los faroles, más bonito de noche que de día gracias a la iluminación.

Córdoba es inspiración, espiritualidad, vestigio de un pasado esplendoroso. Nadie debe perderse el placer de callejear por una ciudad que transpira vida y alegría.

Pequeña plaza rodeada por 3 iglesias, donde el silencio y la luz tenue de los faroles establecen un ambiente único. No sólo en semana Santa salen los pasos, hay varias épocas para visitarlo. Recomiendo Mayo y Semana Santa.

Me recuerda a una película de Antonio Molina y la verdad que es una imagen muy bonita y en un sitio priveligiado,yo llegue andando pues las calles son muy pintorescas, como cualquier pueblo de Andalucía

Famoso monumento cordobés que a los que tenemos una edad nos evoca tiempos pretéritos y a Antinio Molina cantando una saeta a sus pies. Me evoca a la copla y me recuerda a mi madre.

Llegar a este rincón de Cordoba de noche con el Cristo de Los Faroles en plena noche lluviosa y oír el tintineo del viento en los faroles es algo que nunca se me olvidará

Una plaza con un silencio que pone el bello de punta y muy bonito de ver al anochecer.

En una plazoleta por la cual no ha pasado el tiempo, en mitad del empedrado se alza el Cristo de los Faroles, una inusual figura de Cristo en la cruz en piedra, tosca y blanquecina, custodiado por un séguito de faroles de forja de difrerentes formas y tamaños, dando un carácter mágico y estrambótico. De noche, la calided de sus bombillas ilumina tenuemente su entorno ancestral.