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El faro del Caballo

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39 opiniones sobre El faro del Caballo

¿Quién iba a pensar que las escaleras del infierno condujeran al paraíso?

Excelente

Bajar los irregulares escalones que llevan al embarcadero del Faro del Caballo tiene premio. Al final de estos 700 peldaños aguardan unas aguas increíblemente cristalinas, con fondos marinos ideales para el buceo, que harán las delicias de los amantes de la naturaleza y el mar.

Para los valientes que deseen sumergirse en el Cantábrico este escondido paraje a tiro de piedra de Santoña supone una gran oportunidad. El baño está permitido y, una vez comprobadas mareas y corrientes, solo queda saltar. Eso si, estudiad antes cómo vais a volver a tierra y si os veis capaces de trepar por las cuerdas instaladas al efecto.


Pero no hace falta lanzarse al agua para disfrutar de este precioso paraje. El paseo bajo la sombra del bosque de la peña y la vista que encontraréis al llegar justifican plenamente la visita. La Bahía de Laredo, su playa de arena fina de siete kilómetros y las montañas cántabra de fondo os encantarán.
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Un lugar con mucho encanto y sobre todo muy particular, aunque todo sea dicho, con sus peros.

Excelente

Te plantas en Santoña y te las apañas como puedas para aparcar el coche. Hay dos faros, el Faro del Pescador y el Faro del Caballo. El importante es el segundo. El primero simplemente está cerrado su acceso y va a ser circunstancial. Eso sí, al llegar al Faro del Pescador (ese recorrido es aún de asfalto), comienza el verdadero viaje al Faro del Caballo.

Según los carteles indicadores, se trata de un recorrido de 2 km o 30 minutos hasta el inicio de las escaleras al Faro, pero posiblemente nos lleve algo más de 30 minutos, básicamente porque el camino es tirando a horroroso, con zonas bastante peligrosas (incluso las postas con cuerdas que hay para agarrarse y no caer están rotas en algunos tramos).


Una vez pasada esta zona de bosque, llegamos al inicio de la bajada de las escaleras, 763 para bajar y lo mismo para subir. Curiosamente, me parece muchísimo más dura la bajada que la subida, consecuencia de una verticalidad muy acentuada.

La bajada es un escándalo, todo un festival y un derroche de belleza paisajística (si alguien ha jugado a Uncharted, pensará que está un paraje del videojuego). El faro tiene unas pequeñas escaleras interiores para subir. Es pequeño (unos 5 metros) y no destaca en nada. Las vistas son geniales, y bajando otras escaleritas te puedes pegar un baño. La vuelta es algo más liviana.

Resumiendo, el Faro en sí no vale nada, pero el camino y en especial la bajada de las escaleras es brutal. Para mi visita obligatoria en Cantabria.
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Una aventura cerca del mar

Como la vuelta al Monte Buciero es demasiado larga para un sólo paseo (4h.), es preferible dividirla en dos tramos. El más espectacular es el que se dirige hacia el faro de El Caballo, colgado del acantilado en una zona azotada por los vientos y las olas. El recorrido comienza al final de El Pasaje (paseo marítimo de Santoña). Yo iba con mis amigas en coche hasta el final de una carretera al lado de un faro ( que me supongo que era el Faro del pescador ) y desde ahí íbamos al bosque encaminándonos al faro del Caballo.

El camino, ahora pedregoso, asciende de manera agradable con grandes vistas sobre el mar y los acantilados. Estamos rodeados por un intrincado encinar, impenetrable y misterioso, donde a veces se hacía un poco duro de caminar, con los arboles pintados para indicar el camino.


Al rato de caminar (1h. 30), la cuesta cede y tras un llaneo, llegamos a otro cruce. A nuestra derecha se encuentra el descenso al Faro del Caballo, 200 metros más abajo. El acantilado y la vista son impresionantes. Existe una vertiginosa escalera de 760 peldaños desiguales que permite bajar al agua. No es recomendable, salvo para los más valientes, más que nada porque para salir de ahí hay que volver a subir todas esas escaleras, y no son pequeñas que digamos, solo digo que para bajar era necesario sentarse en ellas de todo el desnivel que hay.

Luego cuando llegas al faro, puedes ver el agua tan azul y cristalina que enamora a cualquiera, incluso hay una cuerda colgada para tirarte desde un saliente al mar, y repetir tantas veces como quieras. Con lo costoso que es llegar allí, siempre me sorprende que todas las veces que vamos hay siempre gente.

Una vez recuerdo que tras un expléndido día de sol empezó a llover una barbaridad, por lo que volver a subir las casi 800 escaleras era un suicidio, por la posibilidad de resbalarte.

Terminaron los de los grupos salvavidas buscándonos con balsas hasta Santoña, donde nos recogieron nuestros familiares para volver en barco.
Un pequeño susto que siempre nos dió de qué hablar.
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Información El faro del Caballo