Entre los infinitos olores prima el...
Entre los infinitos olores prima el palo santo. Se lo huele blancuzco y fresco, cortado en trocitos, y quemándose en negras volutas para espantar a los malos espíritus. Atrás, como siempre, se siente la mezcla fuerte del orégano, la páprika, el romero, el anís, la menta negra, la cúrcuma, la manzanilla, el culantro, la pasuchaca...
El mercado de San Pedro es una atiborrada caja de Pandora donde cualquier cosa se puede hallar. La primera impresión es de desorden total, sin embargo al recorrer sus pasillos una va descubriendo que sólo los vendedores ambulantes están en cualquier lugar; los puestos, en cambio, están bien organizados y separados por sección según lo que ofrezcan. En el mercado todo es fuerte, estridente, puro: No hay nada suave ni desteñido.