El oro que más reluce en Kioto.
Kioto es la ciudad de los templos. Hay tantos que lo complicado cuando uno pasa solamente unos días en la ciudad es decidir cual visitar. Para nosotros uno de los que no se pueden dejar de conocer el templo del Pabellón Dorado en el Kinkakuji.
Llegar a él no es rápido ni sencillo cuando se está en una ciudad en la que el metro lleva a pocos lugares y son los autobuses o las piernas los mejores medios de transporte. Nosotros elegimos en este caso el primero. Al llegar a la parada de destino aún quedaba un pequeño tramo para llegar caminando hasta la taquilla en la que hay que adquirir la entrada que permite al acceso a uno de esos lugares de Japón difíciles de olvidar.
El recinto en el que se encuentra este bello pabellón incluye más edificios repartidos entre la vegetación del lugar. Sin embargo lo que todos queremos al llegar al Kinkakuji es ver esa estampa tan armoniosa del edificio dorado reflejado en el estanque junto al que se construyó. A este estanque se le conoce como Espejo de Agua y está decorado con islas, piedras y pinos de estilo japonés que representan capítulos del budismo.
El conjunto de este templo se construyó en 1397 como villa de descanso del shogun convirtiéndose en un templo zen en 1408 tras la muerte del shogun. Desde entonces en él se guardan las reliquias de Buda. Desde 1994 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Con todos estos datos, ¿puedes resistirte a visitar Kioto y no ir a ver el famoso Pabellón Dorado? Si es así, un consejo importante. Si podéis, elegid para esta visita un día soleado. La diferencia entre ver este templo con sol o sin él es notable.
