Roberto Gonzalez
La vista perdida
El precioso Limmat parece querer abrazar con sus cristalinas aguas la ciudad de Zurich, por eso ella, en agradecimiento, construyó un precioso paseo que lo bordea y que sirve de recibimiento a aquellos que quieran visitar la ciudad y ver la comunión entre el río y la urbe.
Basta con aparcar el coche en los aparcamientos de la ciudad (como en todas las ciudades suizas que visitemos, ya que el tema del aparcamiento en la calle es un poco peliagudo) cercanos al lago y cruzar un par de calles para empezar a sentir el lago.
Su olor nos va atrayendo poco a poco hasta acercarnos a su orilla y allí vemos auténticas imágenes de postal.
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