Sin duda, el más famoso de los templos budistas de Lhasa, en el lejano Tibet (El Tibet).
Lo podeis encontrar en la misma Plaza de Barkhor.
Cientos y cientos de Tibetanos venidos de todos los rincones de la región se arremolinan en este templo para rezar a Buda. Niños, adolescentes, mayores, ancianos, longevos ... Y digo esto porque vi como personas de mas de 80 años flexionaban una y otra vez su cuerpo para orar.
Tal y como nos ha contado Rniega3 en su estupendo rincón sobre Jokhang, nos hallamos frente al principal templo del budismo tibetano de Lhasa, la capital del Tibet.
Nos olvidamos de su espléndida fachada, de su fastuoso interior e incluso de las decenas de devotos peregrinos que agitan su rueda de oración y musitan una y otra vez el mantra Om Maní Padme Hum.
Nos queremos centrar en el rincón más exquisito, al menos para un servidor, de este templo que no es otro sino su tejado.
Me encuentro en la terraza del templo y aparte de la magnífica vista que contemplo, con la silueta del Palacio Potala como telón de fondo y la algarabía del colorista mercadillo de la plaza de Barkhor en primer plano, mi atención se centra sobre los remates ornamentales recubiertos en su mayor parte por placas doradas que se pueden contemplar a lo largo de toda la cubierta del edificio.
Es sorprendente ver como la religión, el budismo, forma parte de las vidas de los tibetanos. Uno puede pasarse horas contemplando los peregrinos, procedentes de otras partes del Tibet, dando vueltas en el sentido de las agujas del reloj alrededor del templo de Jokhang, en la capital Lhasa. Llevan consigo un molinillo de oraciones, que hacen girar sin cesar. Una experiencia inolvidable.
Un lugar muy emocionante de recogimiento espiritual, masificación de símbolos, procesión incesante de peregrinos.
Un templo que contiene todo el budismo entre sus paredes.
