Roberto Gonzalez
La era de la Soledad
No es el título de una película de ciencia ficción. Es el nombre del lugar (antigua era donde se separaba el grano de la espiga de trigo) que se encuentra a la salida ( o entrada según se mire) de la villa de Berlanga de Duero. Aquí y como ya vimos en un lugar de similar condición en Medinaceli, se tuvo a bien levantar un humilladero que sirviera para arrodillarse y pedir protección divina antes de emprender el peligroso camino que partía hacia otras ciudades y pueblos. Y no era en vano, ya que en esos tiempos, los mercaderes y ciudadanos eran una presa fácil para los salteadores que acechaban en las lindes de huertos y cauces de ríos, y por ello cualquier protección era poca.
En este caso, la pequeña ermita estaba y está dedicada a la virgen de la Soledad, quizá por aquello del sentimiento de aislamiento que sentían los que atravesaban la hermosa tierra soriana.
De destacar prácticamente el exterior, con una picota de estilo gótico que ejerce hoy de rotonda, y el propio valor arquitectónico y artístico del edificio, con un magnífico porche y sin edificios a su lado, lo que la convierte en centro de las miradas y permite su contemplación por todos los ángulos.
Por unas mirillas que el tiempo ha abierto en las puertas, se puede vislumbrar un poco del interior, muy austero pero que deja entrever un poco de la historia de este humilladero.
De destacar prácticamente el exterior, con una picota de estilo gótico que ejerce hoy de rotonda, y el propio valor arquitectónico y artístico del edificio, con un magnífico porche y sin edificios a su lado, lo que la convierte en centro de las miradas y permite su contemplación por todos los ángulos.
Por unas mirillas que el tiempo ha abierto en las puertas, se puede vislumbrar un poco del interior, muy austero pero que deja entrever un poco de la historia de este humilladero.
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